Sin papeles y Empapelados

Ya lo decía mi padre antes del referéndum por el Mercado Común: “Común? Cóóómo?!

Y lo repitió antes de pasar a formar parte de la Unión Europea. La cuestión es que hacía años que nos vendían la moto de los derechos sociales y laborales, desarrollo económico, la igualdad de oportunidades: jajajaaa! O Estados del malestar que intentaban transformarse mágicamente en suecos, holandeses o alemanes.
Nosotr@s queríamos estudiar por derecho y sin endeudarnos, ni entrar en el malicioso espiral de agotadores trámites para poder acceder a una beca.
Queríamos tener hij@s pudiendo alimentarl@s sin el puñetero Actimel, sin tener que estresarles con decenas de actividades, que les alarga el horario escolar y les hace competitivos, mientras nosotr@s adult@s trabajamos para cobrar lo mismo que luego pagamos por el pisito.

Nos moríamos de ganas de vivir bien, con más vacaciones, más dinero y derecho a la igualdad en el trabajo; queríamos tener el mismo estilo de jornada laboral que nuestros esbeltos y metódicos vecinos europeos, viviendo confortablemente en casitas de más 35 metros…

Yeahhhhh! Por fin tenemos una moneda más guapa, más cool que el dólar, un pelín más cara que la anterior –uahhh! qué dolor, no me lo recuerdes- muy adaptada a los que ya estaban organizaditos hacía tiempo, pero vestido de la talla 34 para nosotr@s. Aquí no hay quien se mueva...

Anoréxic@s nos hemos quedado para que Papá Estado empiece a cagarse vivo y nos lleve al medico especialista sin cita previa: recetazo “Deducción fiscal por Maternidad” (con efectos secundarios severos: desesperación para madres dedicadas que sólo trabajan en casa y no cotizan a la Inseguridad Social), “Rebaja Fiscal por tener 1 hipotecón” y que no se note que el suelo ya no se puede ni pisar; y otra recetita fue la inyección de speedball para l@s jóvenes ahogad@s por el precio del alquiler:
-ejeeem… bájate los pantalones que no dolerá… qué edad decías tener? uy uy uyyyyy, más de 35???

Ley de la Dependencia para compensar a quienes cuidan, curan y acompañan a familiares que lo necesitan mucho más de lo normal (palabreja eternamente en juego pero casi imposible de definir); lo que es para-normal es esto: si en un plazo de laaaaaarga espera no han recibido respuesta, deberán entender desestimada (impagada) su solicitud.

y la Ley de… BASTA!!!

Empapelados durante meses y antes de poderse tomar ninguna de estas medicinas, a miles de norteafrican@s –a quien papá y mamá Estado del Bienestar invitaron a casa sin pensar que no tenían habitación libre – les falta algún papel; y tanto a ell@s como a nosotr@s nos ayudaría bastante, el puñetero papel.

Dudan si la vida que venían a buscar -aquella de la que hablan tanto, sí, con derechos humanos y todo- está en Europa, EEUU, en el Ártico (mhhh… en el cole decían que existía, todavía está allí?); siguen echando de menos a su família, sabiendo que allí sí que hay desigualdad y teniéndolo claro. Eso sí, flipan porque dicen que creemos vivir bien gracias a los bancos y, sobretodo, gracias a Papá Estado.

Alucinan más cuando nos encuentran mirándonos el ombligo sangrante y sin poder curarlo, incapaces de mirar a otro sitio. Y acaban llorando ell@s y también nosotr@s, mientras intentamos encontrar el botón correcto, la palanquita que dispensa comida y vivienda, sin electrocutarnos en la caja experimental capitalista. Dios!!!! (dios? Que yo he escrito quéééé?).