La Brújula

Justo a tiempo subo al tren, de un salto. Por los pelos!
Y corro, canto, bailo de alegría ... porque allí están mis olvidadas alas!

Las veo de lejos. Seis filas de asientos me separan de ellas.
Las miro con deseo, me acerco a tientas,
y camino temblorosa mientras alargo los dedos,
por fin las tengo!

Las acerco, las observo, acaricio, las huelo...
y no puedo creerlo...
Están polvorientas, viejas, deshechas!

Lloro unos segundos antes de tirarlas con rabia.
Ahora siento pena, después sonrío como tonta...
y qué esperaba!
Cualquier cosa, descuidada años y años en un tren,
hubiese desaparecido en unas horas...

Creo que voy a quedarme en este tren,
sigo llevando esta bola de fuego en mi vientre
y a falta de alas,
ha crecido una fantástica brújula en mi frente.